La histórica sonda Voyager 1 de la NASA, actualmente ubicada a unos 24,9 mil millones de kilómetros (15 mil millones de millas) de la Tierra, ha regresado a sus operaciones normales después de una falla en las comunicaciones el mes pasado. Este suceso, provocado por un cambio inesperado en su sistema de transmisión de radio, pone de relieve los desafíos técnicos asociados a la gestión de una misión que lleva 47 años en el espacio.
Mes pasado, La Voyager 1 desactivó su transmisor de radio principal de banda X, se utilizaba para enviar datos científicos y de ingeniería a la Tierra y activaba un transmisor de banda S de menor potencia. Este cambio, iniciado automáticamente por el sistema de protección contra accidentes de la sonda, impidió que el equipo de la misión descargara información clave.
La causa del problema fue la activación de un calentador.lo que llevó al sistema de protección a priorizar la energía para los sistemas esenciales, desconectando el transmisor de banda X. Si bien esta reacción era esperada en caso de un corte de energía, los márgenes de energía de la sonda ahora son extremadamente ajustados debido a la degradación de la fuente de energía.
A principios de noviembre, El equipo de la misión logró reactivar el transmisor de banda X y reanudó la recopilación de datos de los cuatro instrumentos científicos aún operativos. Actualmente, los ingenieros están trabajando para restaurar completamente las operaciones, incluido el reinicio del sistema que sincroniza las tres computadoras a bordo de la sonda.
Gestión energética al límite
Ambas sondas Voyager, alimentadas por energía generada a partir del plutonio en descomposición, pierden unos cuatro vatios de potencia al año. Durante cinco años, el equipo apagó sistemas no esenciales, incluidos los calentadores de algunos instrumentos científicos. Sorprendentemente, estos instrumentos continuaron funcionando incluso a temperaturas más bajas que las probadas originalmente.
Los componentes obsoletos y la imprevisibilidad del hardware añaden incertidumbre a los modelos que predicen el consumo de energía de la sonda. Este año, La misión ya se vio obligada a apagar un instrumento científico en la Voyager 2, y en 1990, la Voyager 1 desconectó varios instrumentos después de completar la exploración de Júpiter y Saturno.
Las sondas Voyager 1 y 2, único para operar en el espacio interestelar, Continúan estudiando partículas, plasma y campos magnéticos en esta región inexplorada. Su avanzada edad ha aumentado la frecuencia y complejidad de los problemas técnicos, pero también ha demostrado la resiliencia de una misión diseñada hace casi medio siglo.
A pesar de los desafíos, la misión continúa proporcionando datos valiosos para la ciencia, un testimonio del ingenio humano y la capacidad de adaptarse a lo desconocido. Las Voyager 1 y 2 siguen siendo íconos de la exploración espacial, desafiando los límites del tiempo y la distancia.